Sonríe, aunque duela.

Por mucho que el eco rebote en mi cabeza, las caídas sean más grandes, y los golpes, cada vez más fuertes que en este tiempo me caen, de todo laberinto se acaba saliendo.
Una mano me ayuda a levantarme todas las mañanas; son las ganas de vivir, de soñar y crear un futuro en el que todo va bien.

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