Nada que perder.


Perdí el zapato escapando de aquel cuento que vivimos, decidí salir corriendo a consumirme entre el deseo, y vino el tiempo. Amargo tiempo que me quitó el sueño. Debo ser autista de las emociones que tu anhelas, si no dime entonces por qué me encierro en mi habitación a contar estrellas. Ahora espero a que me beses cuando duermo, que me enseñes a volar y me hables de Nunca Jamás.
Sigo buscando respuestas, pero al parecer no llegan. Sigo en busca de la magia, de caricias, de algo más...

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